¿Qué es esto del ESG?
En primer lugar, ¿qué es esto del ESG? Las siglas ESG responden a las palabras Enviromental Social Governance, que hacen referencia a ciertos valores que hablan del buen gobierno de la compañía y de su compromiso social y ambiental. Esto busca ir más allá de la responsabilidad corporativa, es un compromiso activo de la empresa para invertir en líneas a la sostenibilidad.
Esto quiere decir que las empresas se hacen responsables de saber cómo afecta su toma de decisiones al medioambiente, directa o indirectamente. Que, de igual modo, dentro de sus trabajadores, se respetan valores como la diversidad, la inclusión o la igualdad. Y, a estos compromisos en el plano social y medioambiental, se le suma un tercer pilar, un compromiso empresarial donde exista una ética y una transparencia interna clave para un correcto desempeño laboral.
¿De dónde viene?
Estos criterios, este compromiso, no surge, de hecho, de un día a otro en el sector empresarial, sino que fue un concepto que surgió hace ya muchos años, pero que no fue acuñado hasta hace casi 20 años por las Naciones Unidas, en el Foro Económico Mundial del 2005.
Pese a ello, ya en la década de 1930 empezó a surgir un debate en torno a cómo las empresas equilibraban su responsabilidad para con los accionistas y la sociedad, así que se puede entender esta década como el origen de este planteamiento ético, moral y filosófico. Puesto que es desde ahí desde donde se empieza a reflexionar sobre cuestiones como en qué debe invertir una empresa, planteándose si todo vale a cambio de aumentar ganancias.
¿Son lo mismo los criterios ESG que la ISR?
Es crucial distinguir entre los conceptos de ESG e inversión sostenible y responsable (ISR), ya que, aunque están interrelacionados, tienen objetivos y significados diferentes, por lo que no son lo mismo.
Para aclararlo de manera sencilla: una empresa puede estar en línea con los principios ESG, pero no ser necesariamente ISR, ya que la inversión socialmente responsable es una filosofía de inversión que integra los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo en el proceso de estudio, análisis y selección de una inversión.
¿Qué quiere decir esto? Que una empresa cuyo producto está vinculado con el alcohol, por ejemplo, puede estar en línea con los principios ESG que hemos mencionado al principio, ya que puede gestionar bien su negocio y su actividad no causa daños significativos en términos medioambientales, sociales o de gobernanza; pero al ser considerada una empresa poco ética por la naturaleza de su actividad, no se le puede considerar una empresa ISR.
¿Por qué se está dejando de hablar de ESG?
Es verdad que parece que existe una apuesta colectiva por la sostenibilidad —desde luego esta ha sido una de las palabras de moda en el mundo empresarial—, pero parece, según un reportaje de The Wall Street Journal, que el término ESG está generando un creciente rechazo por parte de los inversores y representantes públicos en Estados Unidos.
Su argumento es que los ESG desalientan la elección de mercado y la libertad de los inversores, según los demócratas estadounidenses. Esto quiere decir que, si el fin de las empresas es aumentar beneficios, estos criterios pueden ser un impedimento para ese objetivo. También aluden a que lograr ese equilibro ESG es demasiado difícil y que, además, no es medible o que no se puede medir realmente con precisión.
Según una encuesta de Edelman[1], además, siete de cada diez inversores institucionales realmente no confían en que las empresas logren sus compromisos declarados de sostenibilidad, ESG o diversidad, equidad e inclusión. Esto se suma a que realmente creen que este compromiso empresarial ESG lo que deriva es en litigios como resultado de que no se cumplan las promesas realizadas. Podríamos, por tanto, afirmar que hay un temor por parte de las empresas estadounidenses a no cumplir objetivos que hayan quedado previamente reflejados en memorias de sostenibilidad y juntas de accionistas, de ahí la omisión a las siglas ESG.
En Europa, mientras tanto, se lucha por una regulación por parte de instituciones como la Eurocámara más estricta en torno al greenwashing. Este mes de enero de 2024, por ejemplo, el Parlamento Europeo ha aprobado una normativa que prohibirá declaraciones ambientales genéricas como ‘respetuoso con el medio ambiente’, ‘natural’, ‘biodegradable’, ‘climáticamente neutral’ o ‘eco’, ya que muchas veces se trata de publicidad engañosa por parte de las empresas hacia el consumidor.
La normativa no solo prohibirá estos términos ambiguos, sino que implementará también un nuevo etiquetado para destacar productos con garantía ampliada a fin de hacer más visible esta información, y un sistema de etiquetado general más sólido, fiable, transparente y verificado.
¿Por qué deberíamos seguir hablando del ESG?
En contra de lo que se puede pensar por parte del mundo empresarial y de los inversores, los ESG no son solo beneficiosos para el planeta y los trabajadores, también lo son para la empresa.
Según el Barómetro ODS 2022, impulsado por Esade, las empresas que ya han trabajado en este camino afirman mayoritariamente que lo han hecho por dos factores muy importantes: el ahorro en costes (54%) y la mejora en la reputación de marca (52’7%). Que una empresa apueste por el ESG se traduce en que esta empresa resulta más atractiva tanto para los clientes como para los trabajadores, además de que reciben una serie de financiaciones y préstamos finalistas en base a la sostenibilidad.
La regulación y la transparencia en torno a la ESG es atractiva, porque no hay nada más sexy que que una empresa cree valor sostenible tanto para la empresa misma como para la sociedad en su conjunto. Mejorar la gestión de riesgos, impulsar el rendimiento financiero a largo plazo, atraer inversores comprometidos con la sostenibilidad, fortalecer la reputación y las relaciones con los stakeholders, y garantizar el cumplimiento normativo hace de una empresa un entorno del que se quiera formar parte. La conciencia con el cambio climático y con el bienestar de los trabajadores no está reñido con ser una empresa de éxito, todo lo contrario. Aquellas empresas que apuesten por los ESG serán más fuertes, resilientes y competitivas.
[1] 2021 Trust Barometer Special Report: Institutional Investors