Por mucho que se trabaje en una agencia de comunicación, por mucho que se tenga experiencia en escribir sobre cualquier cosa en la vida, escribir un texto en memoria de alguien cercano no es fácil. Hoy nos toca hacerlo por nuestro presidente de honor, Jesús Timoteo Álvarez, fallecido de forma inesperada el pasado 14 de diciembre.
Jesús fue profesor, catedrático universitario, prolífico escritor y pensador, profesional de la comunicación y, sobre todo, compañero y maestro de los que estuvimos a su lado. De carácter afable y bonachón, fue, como hubiera dicho Antonio Machado, “en el buen sentido de la palabra, bueno”.
Durante muchos años, más de cuarenta fue profesor y maestro de periodistas. Se jactaba de haber preparado a todos los grandes de la Comunicación en España; tanto en los medios de comunicación como entre los especialistas de la comunicación empresarial. Todos ellos han perdido un referente en el que mirarse. Porque durante los últimos treinta años también fue consultor de comunicación, manteniendo ese estrecho vínculo que existe entre los que generaran la información y los que escriben las noticias.
Los que tuvimos la suerte, el privilegio, de tenerle como profesor nunca olvidaremos su capacidad para intuir los cambios en la profesión, los huecos en los que podríamos refugiarnos para ejercer y las tendencias que otros solo veían cuando ya eran pasado. Para los que tuvimos la suerte, el privilegio, de trabajar mano a mano con él, nunca olvidaremos su capacidad de trabajo, su capacidad para convencer a los clientes y su capacidad para encontrar siempre algo más en el mundo de la comunicación. Porque Jesús Timoteo Álvarez fue para nosotros, ante todo, un gran maestro.
En la vida siempre hay malos momentos, pero Jesús los neutralizaba con su talante y paciencia leonesa-gallega-asturiana y cuando pensamos en él recordamos sus anécdotas de cuando jugaba al rugby en la universidad, sus historias de viejo profesional, su cara al rememorar las travesuras de sus nietos. Porque Jesús fue para nosotros, ante todo, un gran compañero.
Por mucho que se trabaje en una agencia de comunicación, por mucho que se tenga experiencia en escribir sobre cualquier cosa en la vida, escribir un texto en memoria de un ser querido no es fácil. Hoy escribimos estas penúltimas palabras en memoria de quien fuera una gran persona, Jesús Timoteo Álvarez.
Descansa en paz, maestro. Y enseña un poco de comunicación a los que te encuentres allí donde estés.
No te olvidaremos.